Al inicio del Sermón del Monte, Jesús dice: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mateo 5:3).
Pero, ¿qué significa realmente ser pobre de espíritu?
¿Y cómo se puede vivir esta enseñanza hoy, en una época tan marcada por el individualismo y el deseo constante de reconocimiento?
¿Qué son los “pobres de espíritu”?
La expresión “pobres de espíritu” no tiene nada que ver con falta de inteligencia o ambición.
Al contrario, habla de una actitud de humildad, de reconocer que necesitamos a Dios en todo momento.
Es lo opuesto al orgullo o a creer que podemos solos.
Para estudiosos como Gerson Morey, ser pobre de espíritu es darnos cuenta de nuestra necesidad espiritual.
Es aceptar que no somos autosuficientes, que estamos vacíos sin la presencia y la gracia de Dios.
Ese reconocimiento abre la puerta a una vida más plena y conectada con lo divino (coalizaopeloevangelho.org).
¿Tiene sentido ser humilde hoy?
Hoy en día se nos empuja a sobresalir, a demostrar poder, a ser exitosos a toda costa.
Vivimos rodeados de frases como “cree en ti mismo” o “no dependas de nadie”.
Y sí, es bueno tener autoestima, pero cuando eso nos aleja de Dios y de los demás, perdemos el camino.
Ser pobre de espíritu hoy es reconocer que necesitamos ayuda, guía, sabiduría que no siempre tenemos.
Es buscar a Dios con sinceridad y dejar que Él actúe en nosotros, incluso cuando eso implica renunciar al control. (emcristoonline.com)
¿Cómo vivirlo día a día?
- Reconoce tus límites: No necesitas tener todo resuelto. Pedir ayuda no es debilidad, es sabiduría.
- Busca a Dios todos los días: En la oración, en la Biblia, en el silencio. Que Él sea tu guía.
- Practica la humildad en lo cotidiano: Escucha más, habla menos. Valora a las personas, no solo sus logros.
- Sirve con alegría: Elige ayudar sin esperar nada a cambio. Esa generosidad es transformadora.
Conclusión
Jesús nos invita a ser pobres de espíritu para vivir una vida más libre, más sencilla, más auténtica.
En un mundo que nos empuja a “ser más”, Él nos invita a vaciarnos para que Él nos llene.
Y al hacerlo, el Reino de los Cielos —que empieza aquí— se vuelve parte de nuestra realidad.
Para saber más: ¿Qué es Mateo 5 y por qué es tan importante?
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