¿Te has preguntado alguna vez de dónde venimos antes de nacer? ¿Cuál es el verdadero origen de los espíritus que habitan el universo? Estas preguntas fundamentales sobre nuestra existencia encuentran respuestas profundas y esclarecedoras en el Libro de los Espíritus de Allan Kardec, obra fundamental de la Doctrina Espírita publicada en 1857.
El origen de los espíritus representa uno de los temas más fascinantes e importantes del Espiritismo, pues nos ayuda a comprender nuestra verdadera naturaleza, nuestra relación con el Creador y el propósito de nuestro camino evolutivo. A través de las respuestas obtenidas por los Espíritus Superiores, Allan Kardec nos presenta una visión revolucionaria sobre cómo fuimos creados y cuál es nuestro lugar en el universo.
En este artículo, exploraremos las preguntas 76, 77 y 78 del Libro de los Espíritus, que abordan directamente la cuestión del origen de los espíritus, ofreciendo una comprensión clara y accesible sobre este tema fundamental para todos los que buscan entender mejor su propia existencia espiritual.
¿Qué Son los Espíritus en la Visión Espírita?
Definición de los Espíritus (Pregunta 76)
Para comprender el origen de los espíritus, necesitamos primero entender qué son. La pregunta 76 del Libro de los Espíritus nos ofrece una definición precisa y esclarecedora:
Pregunta 76: ¿Qué definición se puede dar de los Espíritus?Respuesta: “Puede decirse que los Espíritus son los seres inteligentes de la creación. Pueblan el universo, fuera del mundo material.” [1]
Esta definición revela aspectos fundamentales sobre la naturaleza espiritual. Los espíritus son caracterizados como “seres inteligentes de la creación”, lo que nos indica que poseen conciencia, capacidad de razonamiento y discernimiento. No son fuerzas ciegas o energías impersonales, sino individualidades conscientes dotadas de inteligencia.
La expresión “pueblan el universo, fuera del mundo material” nos muestra que existe una realidad mucho más amplia que aquella que percibimos a través de nuestros sentidos físicos. El universo espiritual es vastísimo y repleto de vida inteligente, constituyendo la verdadera patria de los espíritus.
Seres Inteligentes de la Creación
La caracterización de los espíritus como “seres inteligentes de la creación” nos lleva a reflexiones profundas sobre nuestra propia naturaleza. Somos seres pensantes, capaces de amar, de elegir, de evolucionar moral e intelectualmente. Esta inteligencia no es producto del azar o de la materia, sino una característica inherente a nuestra esencia espiritual.
Allan Kardec aclara en la nota explicativa de la pregunta 76 que “la palabra Espíritu se emplea aquí para designar las individualidades de los seres extracorpóreos y no más el elemento inteligente universal” [1]. Esta distinción es importante porque diferencia los espíritus individualizados del principio inteligente universal que permea toda la creación.
Cada espíritu es una individualidad única, con su propia personalidad, experiencias y grado de evolución. No somos partes fragmentadas de una conciencia mayor, sino seres distintos e individuales, aunque todos originarios de la misma fuente divina.
La Diferencia Entre Espíritu y Materia
Comprender el origen de los espíritus también implica entender la diferencia fundamental entre el mundo espiritual y el mundo material. Los espíritus existen independientemente de la materia, aunque pueden interactuar con ella a través de la encarnación o de otras formas de manifestación.
El mundo material que conocemos es apenas una pequeña parcela de la realidad universal. El mundo espiritual es la verdadera realidad, donde los espíritus viven su existencia plena entre las encarnaciones. Esta perspectiva amplía enormemente nuestra visión del mundo y nos ayuda a comprender que la vida física es apenas una etapa temporal en nuestro camino evolutivo.
¿Los Espíritus Son Emanaciones de Dios o Creaciones Distintas?
La Respuesta del Libro de los Espíritus (Pregunta 77)
Una de las cuestiones más importantes sobre el origen de los espíritus se refiere a nuestra relación con la Divinidad. ¿Somos emanaciones directas de Dios o creaciones distintas? La pregunta 77 del Libro de los Espíritus esclarece esta cuestión fundamental:
Pregunta 77: ¿Los Espíritus son seres distintos de la Divinidad, o serán simples emanaciones o porciones de esta y, por esto, denominados hijos de Dios?Respuesta: “¡Dios mío! Son obra de Dios, exactamente como la máquina lo es del hombre que la fabrica. La máquina es obra del hombre, no es el propio hombre. Sabes que, cuando hace alguna cosa bella, útil, el hombre la llama su hija, creación suya. Pues bien, lo mismo se da con relación a Dios: somos sus hijos, pues somos obra suya.” [1]
Esta respuesta es profundamente esclarecedora y deshace muchas concepciones equivocadas sobre nuestra relación con Dios. Los espíritus no son emanaciones directas de la Divinidad, como si fuéramos pedazos de Dios que se destacaron. Somos creaciones distintas, obras del Creador, pero no el propio Creador.
La Analogía de la Máquina y su Creador
La analogía presentada por los Espíritus Superiores es extremadamente didáctica. Así como una máquina es obra del hombre que la fabrica, pero no es el propio hombre, nosotros somos obra de Dios, pero no somos Dios. Esta comparación nos ayuda a comprender nuestra posición en el universo de forma clara y humilde.
Cuando un inventor crea una máquina útil y bella, la considera su creación, su “hija” en el sentido figurado. De la misma forma, Dios nos considera sus hijos porque somos su creación. Esta paternidad divina no significa que seamos de la misma esencia de Dios, sino que fuimos creados por Él con amor y propósito.
Esta comprensión es fundamental para desarrollar una relación adecuada con el Creador. No somos dioses en miniatura, sino criaturas que deben evolucionar y perfeccionarse. Nuestro origen divino nos confiere dignidad y potencial infinito, pero también responsabilidad y humildad.
El Concepto de “Hijos de Dios”
El concepto de ser “hijos de Dios” en el Espiritismo tiene un significado específico y profundo. No se trata de una filiación biológica o de una emanación directa de la esencia divina, sino de una relación de creación basada en el amor.
Dios nos creó con características que reflejan algunos de sus atributos: inteligencia, capacidad de amar, libre albedrío, potencial para el bien. Somos sus hijos en el sentido de que llevamos en nuestra esencia espiritual la marca del Creador, aunque en escala infinitamente menor.
Esta filiación divina nos confiere derechos y deberes. Tenemos el derecho a la evolución, al progreso, a la felicidad. Pero también tenemos el deber de usar nuestro libre albedrío de forma responsable, de buscar el bien y de contribuir a la armonía universal.
¿Los Espíritus Existen Desde la Eternidad?
La Cuestión del Principio de los Espíritus (Pregunta 78)
Una cuestión natural que surge al estudiar el origen de los espíritus es si existimos desde siempre, como Dios, o si tuvimos un principio. La pregunta 78 del Libro de los Espíritus aborda directamente esta cuestión:
Pregunta 78: ¿Los Espíritus tuvieron principio, o existen, como Dios, desde toda la eternidad?Respuesta: “Si no hubieran tenido principio, serían iguales a Dios, cuando, al contrario, son creación suya y se hallan sometidos a su voluntad. Dios existe desde toda la eternidad, es incontestable. Cuanto, sin embargo, al modo por el cual nos creó y en qué momento lo hizo, nada sabemos. Puedes decir que no tuvimos principio, si quieres con eso significar que, siendo eterno, Dios ha de haber siempre creado ininterrumpidamente. Mas, cuándo y cómo cada uno de nosotros fue hecho, te repito, ninguno lo sabe: ahí está el misterio.” [1]
Esta respuesta nos ofrece insights profundos sobre nuestro origen y naturaleza. Los espíritus tuvieron un principio, no existen desde la eternidad como Dios. Si existiéramos desde siempre, seríamos iguales al Creador, lo que no es el caso.
La Diferencia Entre Creador y Creación
La respuesta de los Espíritus Superiores establece una distinción clara entre el Creador y su creación. Dios es eterno, sin principio ni fin. Nosotros, espíritus, somos creación suya y, por tanto, tuvimos un principio. Esta diferencia fundamental nos coloca en nuestra posición adecuada en el universo.
Estar sometidos a la voluntad de Dios no significa servidumbre, sino reconocimiento de nuestra condición de criaturas. Así como las leyes físicas rigen el universo material, las leyes morales y espirituales rigen el universo espiritual. Nuestra libertad existe dentro de estos parámetros divinos.
Esta comprensión nos libera de pretensiones desmedidas y nos orienta hacia una evolución armoniosa. No necesitamos “convertirnos en Dios”, sino desarrollar al máximo el potencial que Él nos concedió.
El Misterio del Momento de la Creación
Un aspecto fascinante de la respuesta a la pregunta 78 es el reconocimiento de la limitación del conocimiento espiritual sobre el momento exacto de nuestra creación. Los propios Espíritus Superiores admiten que “cuándo y cómo cada uno de nosotros fue hecho, ninguno lo sabe: ahí está el misterio” [1].
Esta humildad intelectual es característica de la Doctrina Espírita. No pretende explicar todo, sino que reconoce los límites del conocimiento actual. El misterio de la creación individual de cada espíritu permanece en las manos de Dios.
Sin embargo, la respuesta sugiere que, siendo Dios eterno, Él “ha de haber siempre creado ininterrumpidamente”. Esto nos indica que la creación no fue un evento único en el pasado, sino un proceso continuo. Dios continúa creando espíritus, expandiendo constantemente el universo espiritual.
¿Cómo Comprender la Creación Continua de los Espíritus?
Dios Como Creador Eterno
El concepto de Dios como creador eterno nos ofrece una perspectiva grandiosa sobre el origen de los espíritus. Si Dios es eterno y perfecto, su actividad creadora también debe ser eterna. No tendría sentido que un ser infinitamente activo permaneciera inactivo por períodos eternos.
Esta visión nos ayuda a comprender que el universo espiritual está en constante expansión. Nuevos espíritus son creados continuamente, iniciando su jornada evolutiva. Esto significa que existen espíritus en todas las etapas de desarrollo, desde los más primitivos hasta los más elevados.
La creación continua también nos muestra que somos parte de un proceso cósmico grandioso. No somos productos de un evento aislado, sino participantes de una obra divina en constante desarrollo.
La Creación Ininterrumpida
La idea de creación ininterrumpida nos lleva a reflexiones profundas sobre la naturaleza del tiempo y de la eternidad. Para Dios, que existe fuera del tiempo como lo conocemos, la creación es un acto eterno. Cada espíritu es creado en el momento apropiado según la sabiduría divina.
Esta perspectiva nos ayuda a comprender por qué existen espíritus en diferentes grados de evolución. Algunos fueron creados hace más tiempo (en términos relativos) y tuvieron más oportunidades de progreso. Otros son más recientes en la creación y están iniciando su jornada.
La creación ininterrumpida también nos da esperanza y propósito. Somos parte de un plan divino en desarrollo. Nuestra evolución contribuye a la armonía y perfección creciente del universo.
Individualidad y Origen Específico
Aunque el proceso general de creación sea continuo, cada espíritu tiene su origen específico y único. Somos individualidades distintas, no productos en serie. Cada uno de nosotros fue creado con características propias y un destino evolutivo particular.
Esta individualidad es preciosa y debe ser respetada. No somos llamados a convertirnos en copias unos de otros, sino a desarrollar nuestra personalidad única dentro de los principios universales del bien, de la verdad y de la justicia.
El origen específico de cada espíritu también explica las diferencias naturales que observamos entre las personas. Algunos tienen más facilidad para ciertas actividades, otros para diferentes áreas. Estas diferencias reflejan no solo las experiencias pasadas, sino también las características originales de cada espíritu.
Implicaciones Prácticas del Origen de los Espíritus
Nuestra Relación con el Creador
Comprender nuestro origen como creación de Dios transforma profundamente nuestra relación con el Creador. No somos huérfanos cósmicos ni productos del azar. Somos hijos amados de un Padre infinitamente sabio y bondadoso.
Esta comprensión nos trae seguridad y confianza. Podemos confiar en que Dios tiene un plan para nuestra evolución y que todas las experiencias, incluso las más difíciles, contribuyen a nuestro crecimiento espiritual.
Nuestra relación con Dios debe basarse en el amor, no en el miedo. Somos sus hijos, creados para la felicidad y la perfección. Él desea nuestro bien y nos ofrece todas las oportunidades necesarias para evolucionar.
Responsabilidad y Libre Albedrío
Ser creación de Dios no nos exime de responsabilidad. Al contrario, nos confiere una responsabilidad aún mayor. Recibimos de Dios el libre albedrío, la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Cómo usamos esta libertad determina nuestro progreso o retroceso.
El libre albedrío es un regalo divino que nos permite participar activamente en nuestra propia evolución. No somos marionetas en las manos de Dios, sino colaboradores conscientes en nuestro camino de perfeccionamiento.
Esta responsabilidad se extiende también a nuestras relaciones con otros espíritus. Todos son nuestros hermanos en la creación, hijos del mismo Padre. Debemos tratarlos con amor, respeto y solidaridad.
El Propósito de la Existencia Espiritual
Conocer nuestro origen nos ayuda a comprender el propósito de nuestra existencia. Fuimos creados para evolucionar, para volvernos cada vez más perfectos, más sabios, más amorosos. Este es el sentido de nuestro camino a través de las múltiples existencias.
Cada encarnación es una oportunidad de progreso. Cada experiencia, cada relación, cada desafío contribuye a nuestro desarrollo espiritual. Nada es en vano en la economía divina.
El propósito final es convertirnos en espíritus puros, capaces de colaborar conscientemente en la obra de Dios. No para convertirnos en dioses, sino para ser instrumentos perfectos del amor y de la sabiduría divina.
Comparación con Otras Visiones Religiosas y Filosóficas
Cristianismo Tradicional
El Espiritismo ofrece una visión única sobre el origen de los espíritus que se diferencia del cristianismo tradicional en varios aspectos. Mientras muchas denominaciones cristinas enseñan que el alma es creada en el momento de la concepción física, el Espiritismo afirma que los espíritus preexisten al cuerpo y se encarnan para evolucionar.
Esta diferencia tiene implicaciones profundas para cuestiones como la justicia divina y el sentido del sufrimiento. La preexistencia de los espíritus explica las diferencias de condiciones de nacimiento y ofrece una perspectiva más amplia sobre la justicia de Dios.
Sin embargo, ambas visiones concuerdan en que somos creación de Dios y que tenemos un destino espiritual elevado. La diferencia está principalmente en la comprensión del proceso evolutivo y de la relación entre alma y cuerpo.
Filosofías Orientales
Algunas filosofías orientales, como el hinduismo y el budismo, también enseñan la preexistencia del alma y la reencarnación. Sin embargo, muchas veces presentan conceptos como la fusión final con el absoluto o la disolución de la individualidad.
El Espiritismo mantiene la individualidad del espíritu incluso en las etapas más elevadas de evolución. No buscamos disolvernos en el infinito, sino convertirnos en colaboradores conscientes e individuales de la obra divina.
Esta preservación de la individualidad es importante porque valora la personalidad única de cada ser y mantiene el sentido de responsabilidad personal a lo largo de todo el camino evolutivo.
Materialismo Científico
El materialismo científico niega la existencia de cualquier realidad más allá de la materia y considera la conciencia un producto del cerebro. Esta visión no ofrece explicación satisfactoria para el origen de la conciencia ni para el sentido de la existencia.
El Espiritismo, basado en la observación de fenómenos mediúmnicos y en la comunicación con espíritus, ofrece evidencias de la supervivencia de la conciencia después de la muerte física. El origen de los espíritus como creación de Dios proporciona una explicación coherente para la existencia de la inteligencia en el universo.
Esta perspectiva no niega la ciencia, sino que la complementa, ofreciendo una visión más amplia de la realidad que incluye tanto el mundo material como el espiritual.
Preguntas Frecuentes sobre el Origen de los Espíritus
¿Los espíritus son creados todos iguales?
Sí, todos los espíritus son creados simples e ignorantes, con el mismo potencial de evolución. Las diferencias que observamos resultan de las experiencias y elecciones hechas a lo largo del camino evolutivo. Cada espíritu progresa de acuerdo con sus propios esfuerzos y méritos.
¿Dios aún crea nuevos espíritus hoy?
Según el Libro de los Espíritus, siendo Dios eterno, Él crea ininterrumpidamente. Esto significa que nuevos espíritus continúan siendo creados, iniciando su jornada evolutiva. El universo espiritual está en constante expansión.
¿Por qué Dios creó los espíritus?
Dios creó los espíritus por amor, para compartir la felicidad y permitir que otros seres participen en la obra universal. La creación es un acto de generosidad divina que expande el bien y la armonía en el universo.
¿Los espíritus pueden dejar de existir?
No, los espíritus son inmortales. Una vez creados, existen para siempre. Pueden evolucionar o estancarse temporalmente, pero nunca dejan de existir. La inmortalidad es una característica fundamental de la naturaleza espiritual.
¿Cuál es el destino final de los espíritus?
El destino final de los espíritus es la perfección relativa, convirtiéndose en espíritus puros capaces de colaborar conscientemente en la obra de Dios. Este es un proceso gradual que puede llevar incontables existencias, pero es el objetivo natural de toda creación espiritual.
Conclusión
El origen de los espíritus, conforme revelado en el Libro de los Espíritus de Allan Kardec, nos ofrece una comprensión profunda y consoladora sobre nuestra verdadera naturaleza y destino. Somos creación de Dios, sus hijos en el sentido más elevado, dotados de inteligencia, libre albedrío y potencial infinito para el bien.
Esta comprensión transforma nuestra visión de la vida y de la muerte, del sufrimiento y de la alegría, de las relaciones humanas y del propósito de la existencia. No somos seres perdidos en un universo sin sentido, sino participantes conscientes de un plan divino grandioso.
Que esta reflexión sobre nuestro origen espiritual nos inspire a vivir con más amor, sabiduría y responsabilidad, honrando nuestra condición de hijos de Dios y colaborando para la construcción de un mundo mejor.
Referencias:
[1] KARDEC, Allan. El Libro de los Espíritus. Disponible en: https://kardecpedia.com/roteiro-de-estudos/2/o-livrodos-espiritos/333/parte-segunda-do-mundo-espirita-ou-mundo-dos-espiritos/capitulo-i-dos-espiritos/origem-e-natureza-dos-espiritos/76
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